Un cohete 'Delta 2' surca el cielo para poner en órbita al 'Glast'
La NASA lanzó hoy hacia la órbita terrestre una expedición espacial con el fin de estudiar uno de los misterios mejor escondidos del universo: las explosiones de rayos gamma.
La NASA lanzó hoy hacia la órbita terrestre una expedición espacial con el fin de estudiar uno de los misterios mejor escondidos del universo: las explosiones de rayos gamma.
La misión GLAST (acrónimo en inglés de Telescopio Espacial de Gran Área de Rayos Gamma) despegó desde Cabo Cañaveral y a lomos de un cohete estadounidense Delta 2.
Pese al poderoso estruendo energético que provocan -son los estallidos de radiación más intensos del cosmos-, el origen y naturaleza de las explosiones gamma aún no han sido esclarecidos.
"Un solo GRB [acrónimo en inglés de Explosión de Rayos Gamma] puede lanzar en cuestión de segundos la misma cantidad de energía que nuestro Sol radiará durante sus 10.000 millones de años de vida", explicó Neil Gehrels, investigador del Centro de Vuelo Espacial de la NASA.
Pero 'Glast' no estudiará en exclusiva estos eventos astronómicos, sino que también observará estrellas de neutrones, la radiación de fondo del universo, los rayos cósmicos y otros eventos u objetos astronómicos situados en el rango de lo que la NASA ha denominado "el universo extremo".
De acuerdo con el científico Steve Ritz, uno de los máximos responsables del proyecto, las galaxias, y más en concreto sus corazones, serán una de las prioridades de la misión, y además se espera obtener sorprendentes resultados en este área.
"Los núcleos de las galaxias activas serán el pan y la sal de GLAST. Ahí habrá resultados garantizados", señaló el experto.
Las explosiones gamma duran entre unos pocos milisegundos y varios minutos; de hecho, son tan fugaces que se los astrónomos las catalogan como "largas" si se mantienen en el cielo durante más de dos segundos.
Los núcleos activos de galaxias (llamados a veces AGN, por sus siglas en inglés) son regiones muy convulsas, gobernadas por enormes agujeros negros que tienen miles de millones de veces la masa del Sol.
De hecho, nuestra propia Vía Láctea también tiene un agujero negro supermasivo en su centro, según ha podido confirmarse recientemente.
La acción gravitatoria de los agujeros negros provoca violentas erupciones de energía que aún no han sido estudiadas en profundidad en rayos gamma, que no es más que un tipo de luz, invisible y dañina para nosotros, que se sitúa más allá de los rayos X en el espectro electromagnético.
Tomado de www.elmundo.es
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