Venus es casi el gemelo de la Tierra en cuanto a masa y tamaño, y es probable que ambos planetas compartieran también otras muchas características en la época de su formación. Pero 4.500 millones de años de evolución han hecho que el mundo más caliente del sistema solar sea hoy muy distinto de la Tierra, rico en fenómenos que intrigan a los investigadores. Uno de ellos es la llamada superrotación, que consiste en que las nubes más altas de la atmósfera venusiana giran en torno a Venus muchísimo más rápido de lo que el propio planeta rota sobre sí mismo. El Grupo de Ciencias Planetarias de la Universidad del País Vasco (UPV) ha obtenido nuevas pistas para resolver el misterio.
La capa superior de nubes da una vuelta al planeta en sólo cuatro días terrestres. Las más de 30 naves rusas y estadounidenses que han visitado Venus desde los años sesenta han revelado un planeta extremo en muchos sentidos. Venus rota muy lentamente: tarda 224 días terrestres en completar un giro. La densidad de su atmósfera hace que la presión en su superficie sea 90 veces la terrestre, equivalente a la que hay a un kilómetro de profundidad en el océano. Esa atmósfera tiene cantidades ingentes de dióxido de carbono, lo que provoca un efecto invernadero desbocado que eleva las temperaturas superficiales a los 450 grados centígrados. El plomo sería líquido en Venus. Completan el infierno las densas capas de nubes de ácido sulfúrico que cubren todo el planeta a entre 45 y 70 kilómetros de altura.
La superrotación es un llamativo exotismo añadido. En los sesenta, los telescopios descubrieron que la parte superior de la capa de nubes se mueve muy rápidamente, hasta el punto de que completa una vuelta al planeta en sólo cuatro días terrestres. Hoy se sabe que los vientos que arrastran las nubes soplan a 360 kilómetros por hora.
El grupo de la Universidad del País Vasco, dirigido por Agustín Sánchez Lavega, ha recurrido ahora a las observaciones de la nave Venus Express, de la Agencia Europea del Espacio (ESA), para analizar los vientos en la atmósfera venusiana, y "determinar con detalle su estructura global", señalan los investigadores. Los resultados "ayudarán a interpretar el misterioso fenómeno de la superrotación".
Tras tomar imágenes durante el día y la noche de Venus a lo largo de varios meses, la cámara VIRTIS de Venus Express ha revelado, por ejemplo, que la intensidad de los vientos varía en función de la latitud. Así, entre el ecuador y las latitudes medias de Venus, los vientos de la superrotación son constantes, si bien en vertical, dentro de la atmósfera, su velocidad disminuye con la altura y pasa de 370 kilómetros por hora a 180 kilómetros por hora. Fuera de las latitudes medias del planeta los vientos decrecen hasta hacerse nulos en el polo, en donde se forma un inmenso vórtice.
También se ha visto que, al contrario de lo que se pensaba, la ultrarrotación parece no ser constante en el tiempo: "Hemos detectado fluctuaciones en su velocidad que aún no entendemos", dicen los investigadores. Además, han observado por primera vez "cómo el movimiento relativo del Sol sobre las nubes, y el intenso calor que deposita en ellas, hace que la superrotación sea más intensa al atardecer que al amanecer".
Sin embargo, los nuevos datos no bastan para resolver este misterio. "Aún no somos capaces de explicar por qué un planeta que gira tan lento tiene vientos globales huracanados mucho más intensos que los terrestres, y además concentrados en la cima de sus nubes", comenta Sánchez Lavega.
El trabajo es la portada de Geophysical Research Letters, revista de gran prestigio. Sus autores creen que permitirá avanzar "no sólo en una explicación precisa del origen de la superrotación de los vientos venusianos", sino también "en el conocimiento de la circulación general de las atmósferas planetarias".
Tomado de http://www.elpais.com/
miércoles, 3 de septiembre de 2008
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