Esta imagen de campo profundo -muestra una pequeña región del universo-, tomada por la cámara de gran angular del telescopio Mayall, de 4 metros de diámetro, prueba que dado el tamaño ingente de las dos galaxias-la elíptica M86 y la espiral NGC4438-, la colisión se produjo a gran velocidad.
La huella dejada por el choque, constituida por largos filamentos de formas atormentadas, es conocida por los astrofísicos como «rastro de destrucción» y se extienden a lo largo de 400.000 años luz. Como consecuencia de este impacto colosal, las nubes de gas de hidrógeno alfa ionizado que forman la sopa nutricia de la que nacen las estrellas se sobrecalentaron, por lo que se interrumpió el proceso habitual de formación estelar, que se desencadena cuando las nubes de gas se enfrían y las partículas se condensan por la fuerza de la gravedad.
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