La exploración de Marte se realiza en la actualidad mediante satelites y robots y para que el hombre vaya aún faltan más de dos décadas
Tal como van las cosas, la aventura espacial que ahora construye una estación internacional en medio del espacio, tiene como metas inmediatas montar una base en la Luna y luego emprender la exploración del planeta Marte, el que mayores similitudes guarda con la Tierra.
Ese accionar continuará siendo conjunto y no liderado por un solo país como fue el de la Luna y comprenderá entre otros socios a la Unión Europea, Japón y China que aun deberán empeñarse en solventar un cúmulo de problemas y dificultades
Varias naves y robots han visitado con éxito el planeta rojo y para poder enviar astronautas deberán existir garantías de que volverán sanos y salvos, lo que según los expertos no se logrará antes de 2030.
Se necesitarán naves mejores y más rápidas y, sobre todo, evitar que las personas que se monten en ellas acaben muertas o locas, en un viaje de muchos años que los expondrá a intensas dosis de radiación nociva.
Los mayores obstáculos
Un informe del diario El Mundo de Madrid, escrito por Ángel Díaz, dijo que los mayores obstáculos por superar para encarar el viaje a Marte, son:
§ Aislamiento. Ningún humano ha pasado tanto tiempo en el espacio como el que requerirá un viaje a Marte. A la pérdida de masa ósea y muscular que provoca la ausencia de gravedad, hay que unir el riesgo de que la tripulación sufra daños psicológicos provocados por el aislamiento. La Agencia Espacial Europea (ESA) prepara, en colaboración con Rusia, un experimento en el que varias personas permanecerán confinadas durante 520 días en el Centro Científico Estatal de la Federación Rusa, en condiciones similares a las que tendrán que soportar quienes vayan a Marte. Tendrán que hacer tareas simulando las de los futuros astronautas y enfrentarse a situaciones de estrés, como fallos en el equipo. Las comunicaciones serán vía email y con un retardo de más de media hora, al igual que ocurriría si estuvieran en Marte.
§ Radiación. Los astronautas que viajen a Marte serán los primeros en pasar años expuestos a la radiación cósmica y las tormentas de viento solar, de las que nos protege la ionosfera terrestre. Un estudio llevado a cabo con la sonda Mars Odyssey desde la órbita del planeta rojo estimó que la radiación allí es 1.000 veces superior a la de nuestro planeta. Durante el viaje, además, la nave tendrá que soportar numerosas tormentas de partículas provenientes del Sol, que dañarían gravemente a la tripulación si no están protegidos. El laboratorio Brookhaven, en Nueva York, es uno de los centros donde se investigan nuevos materiales con los que evitar que la radiación nociva penetre en la nave, pero es un reto difícil porque ésta no debería ser demasiado pesada. En el laboratorio Rutherford Appleton, del Reino Unido, se está experimentando con otra idea: crear un campo magnético artificial con un material superconductor para repeler las partículas nocivas.
§ Motores. Aún no se ha decidido qué tipo de naves llevarán astronautas a Marte, pero una de las opciones más viables, aunque también más polémicas, sería usar un reactor nuclear como medio de propulsión. Este concepto se lleva estudiando desde los orígenes de la carrera espacial, pero nunca se probó debido a los acuerdos de no proliferación de armas nucleares suscritos durante la Guerra Fría. Hace unos años, la Agencia Espacial de los Estados Unidos (NASA) encargó a varias empresas el diseño de un reactor para probarlo en una misión a las lunas de Júpiter, pero el proyecto se encuentra cancelado. Los defensores de esta idea argumentan que no entraña peligro alguno -hay infinidad de reactores nucleares produciendo electricidad por todo el mundo- y, sobre todo, que acortaría el tiempo del viaje, reduciendo los riesgos para la vida de los astronautas.
§ Relaciones. Los diseños preliminares de una misión tripulada a Marte cuentan con un grupo de seis personas de ambos sexos. Aunque no es un tema del que suela hablarse, parece lógico plantearse que puedan surgir relaciones sexuales y las habituales tensiones psicológicas que se deriven de ellas. Celos, pasiones y conflictos entre miembros de la tripulación podrían poner en riesgo su vida, y aún peor sería la posibilidad de que se produjera un embarazo en el espacio. No existen estudios que avalen que se pueda llevar a cabo un parto con las mínimas garantías médicas, ni precedentes de animales que hayan nacido fuera de la Tierra. Una posible solución sería la esterilización química temporal de los astronautas, aunque no cabe duda de que habrá que estudiar mejor el tema de las relaciones de pareja en el espacio antes de embarcarse en un viaje al planeta rojo.
§ Voluntad política. Los planes de Estados Unidos están, a día de hoy, abiertos a una colaboración internacional, pero en un sentido muy estricto: la NASA llevará la mayor parte del peso -y el gasto- de la misión, mientras que otras agencias podrán unirse al proyecto como socios secundarios. Pero esto podría cambiar con el inminente cambio de Gobierno en Estados Unidos. «Reclamamos a la próxima Administración que se replantee ese requisito y vea si hay posibilidad de alguna colaboración internacional más amplia», declaró en el reciente encuentro en Stanford Scott Hubbard, ex director del Centro de Investigación Ames, de la NASA. Sin embargo, este experto citó expresamente a China como un posible socio, y no así a Europa, que hoy en día no tiene capacidad de enviar humanos al espacio.
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