El siguiente reportaje fue publicado en esta fecha por el Diario El País de Madrid, España
¿Puede un debate terminológico levantar pasiones tanto entre el público en general como en la comunidad científica? Se diría que sí, visto el revuelo creado en torno al concepto de planeta, aunque muchos astrónomos digan -después de dar su opinión, eso sí-, que la cuestión no es en realidad tan importante.
En 2006 la Unión Astronómica Internacional (UAI) votó a favor de una definición que dejaba fuera a Plutón. ¿Ha apaciguado el tiempo las reacciones que siguieron a esa decisión? Nada de eso: los disconformes siguen sin darse por vencidos y la cuestión podría volver a abrirse.
El debate existe porque la naturaleza se vuelve más difícil de encasillar a medida que se conoce mejor. En los últimos años el zoo cósmico de objetos que podrían ser o no planetas, según se definiera el término, ha ganado en variedad.
Por ejemplo ahora se sabe que más allá de Plutón está Eris, de mayor tamaño. Si Plutón es un planeta debía serlo Eris... y a la inversa. Pero al mismo tiempo Plutón es "muy diferente de los ocho planetas clásicos del Sistema Solar, y se asemeja mucho más a la familia de asteroides descubiertos más allá de la órbita de Neptuno", explica por correo electrónico Catherine Cesarsky, presidenta de la UAI.
La UAI zanjó la discusión diciendo que un planeta debe de tener masa suficiente para que su autogravedad le haga ser redondeado, lo que excluye a los asteroides. Además un planeta, por su atracción gravitatoria, debe dejar su órbita limpia de otros objetos.
Y esta condición no la cumplen ni Plutón ni Eris. Por eso la UAI creó para ellos un nuevo cajón: planetas enanos.
Es este segundo punto el que "sigue siendo discutido por algunos grupos de astrónomos", explica Cesarsky. Efectivamente, Mark V. Sykes, del Instituto de Ciencias Planetarias (Tucson, EE UU), recuerda en un artículo en Science que tampoco Júpiter ha barrido a los miles de asteroides con que comparte órbita. Él propone: "Un planeta es un objeto redondo (...) que orbita en torno a una estrella". Plutón sí encaja aquí. Y también otros cuerpos.
Ése es justo uno de los problemas que ve Agustín Sánchez Lavega, de la Universidad del País Vasco: podría acabar habiendo tantos planetas, pero tan distintos entre sí, que el término se desvirtuaría.
Pero además están los planetas en torno a estrellas distintas del Sol. La UAI los dejó fuera de su definición, y no por dudar de que sean planetas sino por falta de datos. Aún "estamos muy lejos" de poder hacer las observaciones que permitirían acotar la masa o la forma de estos planetas, dice Cesarsky.
Sin embargo también fuera del Sistema Solar se vislumbra ya un problema. Rafael Rebolo, en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) ha encontrado objetos tan pequeños como planetas pero que no orbitan estrella alguna. ¿Qué son?
Una opción es preguntarse cómo se han formado. Se cree que los planetas se forman con gas y polvo que sobran de la formación de una estrella, material que queda en un disco en torno al astro. Una reciente observación de astrónomos estadounidenses de un objeto en aparente formación en el disco de la estrella AB Aurigae respalda esta idea. ¿Se formaron así también los planetas solitarios? Aún no se sabe.
Así que Rebolo aboga por basar sólo en la masa la definición universal de planeta: lo sería si tuviera menos de unas 12 o 13 veces la masa de Júpiter (porque con más masa comienzan ya las reacciones termonucleares estelares) y más de entre un 1% y un 5% de la masa de la Tierra.
En su opinión, "la cuestión de cómo definimos un planeta está todavía abierta y es controvertida". Cesarsky admite que "en una unión democrática como es la UAI cualquier resolución puede ser revisada, y la de los planetas no es una excepción".
Sin embargo, hay dos cosas claras: que no se discute la ciencia, sino las palabras y que el desacuerdo científico en temas de vanguardia es normal.
Géiseres orgánicos en Encélado
La falta de definición sobre cuestiones como cuántos posibles plutones hay más allá de Neptuno, o cómo se forman los planetas extrasolares, se entiende mejor cuando se consideran las muchas sorpresas que aún quedan por descubrir mucho más cerca de casa. Por ejemplo en Encélado, una de las más de 60 lunas de Saturno.
La nave Cassini, de la NASA, la sobrevoló a menos de 50 kilómetros el pasado 12 de marzo, y detectó "una sorprendente erupción de material orgánico en forma de géiser", además de agua, con temperaturas relativamente altas, según la NASA. "Vemos en Encélado los tres requisitos básicos para el origen de la vida", declaró uno de los científicos de la misión, Larry Esposito, de la Universidad de Colorado, la pasada semana, informa Reuters.
Cassini ya había detectado hace unos años chorros de material que era eyectado a gran altura desde espectaculares grietas en el polo sur de Encélado y se suponía que procedían de depósitos de agua a poca profundidad bajo la superficie. En esta última aproximación de Cassini a la luna los chorros de material llegaron a alcanzar la nave, y su presión sobre ella ha servido como medida indirecta de su densidad. Así, los instrumentos de Cassini detectaron, con una densidad un 20% mayor de lo esperado, gases volátiles, vapor de agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono y compuestos orgánicos.
Una mezcla que hasta ahora se consideraba mucho más típica de un cometa que de una luna."Estos espectaculares nuevos datos nos ayudarán a entender qué alimenta los géiseres. Las altas temperaturas hacen más probable la existencia de agua líquida no muy profundamente bajo la superficie", dijo John Spencer, otro de los científicos de Cassini. Sin embargo, todos recordaron que aún no se puede saber si el agua es líquida o no. Puede que se aclare tras la próxima aproximación de Cassini a Encélado, en agosto.
miércoles, 2 de abril de 2008
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